Revisar periódicamente nuestra bici y hacerle el mantenimiento que necesite nos puede evitar desde algunos pequeños contratiempos -como dejarnos a pie a mitad de camino al trabajo o truncar ese paseo de fin de semana que habíamos preparado con tantas ganas- hasta algo más grave, como una caída o un accidente. Cada cuánto tiempo debemos hacerlo depende de la rutina que hagamos de ella, con qué frecuencia la utilizamos, sobre qué terreno y en qué condiciones climáticas. Pero las inspecciones siempre deben ser habituales, algunas diarias, y otras pueden realizarse más esporádicamente. Esto nos permitirá hacerle los ajustes y brindarle el cuidado necesario para que funcione mejor y alargar la duración útil de sus piezas. Si tienes una bici a la que le das un uso diario y urbano, previamente de salir de tu casa pon en ejercicio una práctica cotidiana. Inspecciona que los neumáticos no tengan nada extraño, como un corte o algún objeto incrustado que pueda dañar la propia cubierta o la cámara.
Asimismo deberías verificar que estén hinchados con la presión adecuada, la que aparece indicada en su parte lateral. Con la presión correcta los neumáticos ruedan mejor, se desgastan menos y los pinchazos son menos probables. Otras revisión que puedes llevar a cabo antes de salir es de la tensión de los cables de los frenos, que el sillín esté ajustado y mira si la cadena necesita ser lubricada.
Limpieza y revisión mensual
Lo ideal es hacerlas con mayor frecuencia pero, si tienes los cuidados diarios ya mencionados y no utilizas tu bicicleta por caminos de tierra ni en días de lluvia, puedes llevar a cabo esta revisión mensualmente. Además, cualquier ruido o comportamiento extraño es causa de una revisión, aún cuando no estaba programada, para saber si hay que lubricar, ajustar o sustituir alguna pieza. Mantener tu bicicleta limpia es esencial para no acelerar el deterioro normal de sus piezas, sobre todo de las de su sistema de transmisión.
Si dejas que la cadena acumule suciedad producirá un efecto lija sobre los demás componentes que fricciona, y no solo sufrirán sus eslabones sino además los dientes de los piñones y platos. Limpia todas estas piezas y asimismo el desviador, si es una bici con diferentes velocidades, con un cepillo y la ayuda de un desengrasante y sécalos con un paño para luego lubricar la cadena.
Revisa que las ruedas estén perfectamente ajustadas y hazlas rodar para confirmar que no tengan desequilibrio. Además inspecciona que no haya radios rotos, su tensión, los frenos, tanto las manetas como los cables y el desgaste de las pastillas o zapatas, según el sistema que tenga.
Y, por último, inspecciona el ajuste de las demás piezas, como pedales o manillar, y los accesorios (si es que lleva), porque las vibraciones suelen generar desajustes o aflojar tornillos y tuercas que pueden terminar dañando alguna pieza o hacérnosla perder por la carretera.
Un par de veces al año, si la utilizas cotidianamente, tu bici necesita una revisión más profunda. Qué distancia las mazas de las ruedas, el eje del Pedalier, la dirección, las roscas de los pedales, y una inspección más rigurosa de los sistemas de transmisión y frenos que, si no tienes conocimientos suficientes de mecánica de bicicletas, es mejor hacerla en un taller especializado. Además es necesario revisar el cuadro y la horquilla para asegurarnos que no tengan daños que puedan causar un incidente. También, por el desgaste corriente del uso diario, es posible que sea obligatorio el repuesto de alguna pieza. Si le haces las revisiones y el mantenimiento correcto tu bici, se conservará y funcionará mejor.